lunes, 8 de agosto de 2011

Sacudida

Depronto, el espacio se comprimió a mi alrededor,
el aire, convertido en eter puro, transtocaba mis sentidos dispersos.
De pronto el lugar no importaba, el mundo no importaba,
la vida era interrogante y certeza continuas,
la muerte y el miedo no existian más.

Dios y el diablo se fundían,
el bien y el mal no existian.
El universo lo abarcaba todo.

Perdida en algun lugar entre las estrellas
mi cuerpo etereo flotaba buscando la nada.
Tus ojos, lo único verdadero en el vacío,
tus ojos y tu voz era lo único que existia.

Tus palabras penetraban mi cuerpo,
transtocaban mi mente,
mi deseo bailaba entre tus labios,
tu alma tocaba la mía.

Tenia miedo y la vez sentía calma,
era como si todas las preguntas tuvieran respuesta
y todo el universo fuera una interrogante a la vez.

Era un deso por sentir tus manos,
y a la vez el simple éxtasis por tus labios
por tus ideas infinitas,
un orgasmo intelectual,
una catarsis espiritual.

Un deseo eterno de perderme en tus palabras,
un deseo rojo y carnal por poseer tus labios,
una alegria inmensa,
un terror inminente,
un grito,
un orgasmo,
un coito,
un beso,
un abrazo,
y al final
el todo porque estoy contigo,
la nada porque no te tengo...

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