sábado, 3 de mayo de 2008

El lado hostil de la ENAP (o mi depresión, parte II)

Así es que mientras unos ríen, otros lloran.
Y la hija del Tlalocmán pasa por una fea depresión desde hace semanas. ¿Los culpables? la familia (la adoptiva, porque el Tlalocman anda de viaje astral), la escuela, el sistema, el gobierno... la móndriga amiga que se larga de activista y no invita, el catarro, la tos, cof, cof, presiones en su brigada, etc.

Todo lo cual han hecho que la hija de Tlalocmán se sienta igual o peor que basura (ándale, que la oyera su padre para que le diera de nalgadas).

Pues sí, si me siento así y que? Me siento igual que me tio el guacarroquer al inicio de sus pinches y terminales aventuras huyendo de Ana Putricia, chale...


Ya no hay más, ya no hay ni papá pitufo, ni papá ideológico, ni señor Dadá, ni Peras que vengan a rescatarla. Tendrá que pasar la noche sola escribiendo historias que no lleven a nadie a ningún sitio, como en aquella época en que la Hija de Tlalocman era jóven, bella, y soñadora...

Aquella época lejana en la que todavía no conocía al señorito Navarrete, una bella época en que la prepa 9 relucía celestialmente en algún sitio de la avenida Insurgentes, cuando todavía no había nubes que opacaran el hermoso cielo nocturno en el que aun está escrito su glorioso nombre: Preparatoria No. 9 "Pedro de Alba."


Ah no, pero la hija del Tlalocmán creció y se enfrentó a infinidad de cosas, las cuales se narrarán al final de los tiempos en otro blog más etéreo y celestial. Pero en todo ese tiempo, mientras la Hija de Tlalocmán creyó dar lo mejor de sí, un buen día topó de frente con la pared y aunque creía conocer todo sobre su escuela, ese nefasto día de primavera la hija del Tlalocman conoció: El lado hostil de la ENAP.

El cual todo mundo conoce y del cual todo mundo habla, pero el mérito es que ella, al topárselo de frente y sin advertir las señales de precaución, le sacó un gran chichón en el alma, haciendo que la hospitalizaran por eso y por otros múltiples traumatismos a nivel imaginación, fe, esperanzas y sueños (sin contar con que su corazón está destrozado).


Así es la trágica y verdadera historia que hoy nos cuentan los ángeles terronios, acerca de la pinche y pútrida depresión de Laila, la hija de Tlalocmán.

Dicen las malas lenguas que próximamente irá a visitarla el señorito Navarrete, trayendole dulces, juguetes y paz espiritual, otros dicen que solo le traerá su presencia... y rete jarto sepso, con lo que esperamos ella se recupere, pero esa mijitos, es otra historia.

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